Ser谩 como hace unos siete u ocho a帽os que esta biograf铆a cay贸 en mis manos por primera vez. Y como era natural, no pude resistirme a leerla. No soy muy de biograf铆as, pero leer de primera mano las experiencias de este hombre que tuvo el enorme privilegio de pilotar la nave de la primera expedici贸n humana a la luna result贸 una experiencia casi m铆stica. Supongo que siempre he sido un rom谩ntico, pero a煤n ahora me cuesta trabajo concebir un viaje m谩s alucinante que aquel que este hombre protagoniz贸 hace ya la friolera de 52 a帽os.
Michael Collins siempre fue mi preferido. Quiz谩s por ese caracter sencillo que le llev贸 a aceptar con orgullo el papel, aparentemente ingrato, de mantener la nave en 贸rbita mientras sus dos compa帽eros descend铆an a la superficie del sat茅lite ante la mirada at贸nita de, literalmente, todo el planeta.
Hoy, Michael Collins nos ha dejado. Y con 茅l, se va agrandando ese hueco que van dejando los grandes hombres de mi vida, a los que tanto he admirado y a los que, de ni帽o, tanto anhelaba parecerme. Y tan estremecedor como aquel ins贸lito acontecimiento es el hecho cierto de que en este 煤ltimo viaje todos le acompa帽aremos un d铆a ya no tan lejano. S贸lo espero que el camino haya valido la pena. Hoy, brindo por ello y por mi admirado y querido astronauta.
Que el cielo te acoja de nuevo, Michael Collins.